"Más móviles es la solución" (por Eduardo Campos)

Me recuerdo de pibe, allá lejos y hace tiempo, viviendo en calle Colón, a media cuadra de Av. Sarmiento.
En los fondos de la casa que alquilábamos, había otra vivienda con salida a Colón también, en la que vivía un matrimonio boliviano con su hija.
Esta familia era pobre, si entendemos por pobreza que lo que el tipo conseguía con trabajos temporarios y changas sólo les alcanzaba para comer.
Pero, paralelamente, no pasaban grandes penurias. Todas las familias vecinas les ayudábamos con elementos. Si alguien cambiaba una puerta no tiraba la vieja si antes no le preguntaba al boliviano si no la necesitaba. Las cocinas, estufas, heladeras, etc. corrían la misma suerte.
Estamos hablando de una sociedad funcionando, con lazos solidarios muy sólidos, y que hacían que esa familia fuera pobre sin caer en la miseria y la indignidad, y todo sin ningún subsidio del estado.
Por lo que he estado hablando con contemporáneos, en sus barrios pasaba algo parecido. Siempre se recordaba a alguna familia pobre que vivía por ahí o por allá, en las cercanías de sus hogares. La situación de ayuda vecinal también se repetía.
Posiblemente también habría xenofobia y discriminación. Yo no lo recuerdo pero tarados hubo siempre.
Vale decir que había pobreza pero soportada y contenida por la misma sociedad. Esas familias pobres tenían hijos que iban a la escuela y que eran amigos nuestros, formaban parte de las mismas barras y todo marchaba.
A través de una decisión política la actual administración municipal decidió, hace unos años, “aspirar” la pobreza de la ciudad y amontonarla en un lugar previamente determinado.
En un breve período de tiempo unas 500 familias (en la actualidad 800) se hallaron en un sitio con la obligación de conocerse entre ellos, establecer vínculos, desarrollar un barrio y demás. Tenían las viviendas pero absolutamente nada de la infraestructura necesaria para cumplir todo eso.
Las casas que ocupaban en los barrios de origen fueron reemplazadas por otras que, en su mayoría, no reunían las condiciones mínimas indispensables para ser habitadas. Precariedad en los materiales y en la construcción (hoy la justicia investiga esto).
Estimo que la decisión de la administración Barbieri fue tomada responsablemente, aunque creo que falló en la lectura del impacto social que la misma podía llegar a tener.
La caída de la barranca en el 2001 y la pérdida de la vida de un pequeño, la ciudad ampliándose y avanzando sobre lugares ocupados, ilegalmente en algunos casos, que veían crecer su valuación día a día, eran factores que ameritaban hacer algo. El municipio lo hizo, pero con la ausencia casi total de redes de contención.
Quizás los funcionarios deberían haberse imaginado a ellos mismos en sus casas sintiendo el timbre y, al abrir, hallarse cara a cara con una asistente social que le informaba que debían dejar esa vivienda pero que el estado le iba a construir otra, gratis, …camino a La Buena Moza. ¿Qué hubieran sentido?
Pero la cosa se hizo. Hoy, barritas de pibes, recorren la ciudad por la noche rompiendo vidrieras y robando o dañando. Son chicos de 7, 8, 9, 10, 11 y 12 años. La actual administración municipal tiene 11 años en el poder, es decir que son hijos de ésta, aunque no quiera reconocerlos.
Estos chicos nacieron y muchos, seguramente, jamás han sido visitados por asistente social alguna. Jamás nadie se ha preocupado por si iban a la escuela o no.
Si solicitamos a las autoridades municipales el número de asistentes sociales que ha tenido operando en los nuevos barrios, desde su inicio hasta el día de hoy, se podría llegar a echar un poco de luz en por qué hay tanto pibe delincuente en San Pedro.
Hoy, quienes operan mediáticamente a favor de la comuna, hacen esfuerzos desesperados por ignorar todo esto. Hacen como que esta situación floreció de golpe y que la culpa la tienen la justicia y el ministro que no entrega suficientes móviles a la policía.
Cuando la medida de trasladar los pobres fue tomada, quien era jefe de la policía en ese momento, el comisario Guillermo Britos, le comentó a quien esto firma: “Crearon una bomba de tiempo. Dentro de unos años, cuando crucen la 11 de setiembre, agarrate, no va a haber móviles que alcancen”.
En el momento pensé que era una exageración. La pregunta que queda es ¿La solución pasa por número de móviles? ¿Cuántos se necesitan hoy, 8, 10? ¿Y cuántos se necesitarán mañana?
Pero no quiero convertirme en un tirapálidas y deseo aportar una solución. Como las respuestas al problema que se están manejando (Pena de muerte, meter bala, más policía, etc. etc) no me gustan, voy a ensayar algo menos troglodita.
Creo justamente que, salvo la muerte, no existe nada que no tenga solución y, si hablamos de lo que está pasando en San Pedro, supongo que también tiene que haberla, y si nadie la encuentra es porque no tiene capacidad para hacerlo.
Tenemos 800 familias excluidas de cualquier tipo de progreso. San Pedro posee urbanizadas aproximadamente 2.000 manzanas. Lo ideal sería meter una familia cada dos manzanas y volver a lo que recordaba al comienzo. Pero claro, nuestra clase media tampoco es la de esos años. Aquella era solidaria y sensible y esta es racista, xenófoba y discriminadora y así, sin lazos solidarios, esto no resulta viable por lo que hay que descartarlo. Hagamos un ejercicio de imaginación y pensemos que esto es posible en San Pedro. En forma automática desaparecería la pobreza pero, claro, esto exige un grado de madurez y tolerancia que, salvo excepciones, nadie hoy tiene.
Pero pasemos a algo posible. Son 800 familias que cobran un subsidio de 600 pesos. Es decir que el Estado ingresa ahí casi medio millón de pesos todos los meses. Si a través de trabajos temporarios, changas, rebusques etc. como tienen se puede sumar otro tanto, tenemos que este barrio crea un producto bruto de casi un millón de pesos mensuales.
El inconveniente que tiene esta gente es que se las arrojó en ese lugar, con viviendas hechas, sí, pero sin ninguna infraestructura más. Por ello es que siguen dependiendo de la ciudad, es en la ciudad donde están las cosas que necesitan para vivir.
Los comerciantes de la ciudad, por su parte, son algunos de los que se quejan de ellos y los discriminan. Pero nada dicen en cuanto a que son ellos quienes se quedan con ese millón de pesos mensuales que estas familias generan entre subsidios y trabajos.
Mi idea es que la comuna convoque a alguna de las universidades con las que ha entablado relaciones a partir de distintos convenios para que estudiantes de sociología, antropología, asistentes sociales lleguen a este sector de la ciudad y eduquen a estas familias en lo que es la construcción de un barrio como tal y no como el asentamiento que es hoy.
Son 800 familias que generan un PBI de un millón de pesos. Ese dinero debe quedar en el barrio para poder comenzar una cadena de generación de riqueza. Deben incorporar hábitos de compras en comercios del barrio, reparar vehículos en talleres del barrio, crear servicios en el barrio, lugares de esparcimiento en el mismo barrio etc. De esta forma circularía el dinero y generaría su propia riqueza en el propio barrio. Esto es lo que, en mayor escala, sucede en cualquier país. No sé si de esa manera el progreso se pondrá en marcha en forma automática, pero sí creo que es el camino para lograrlo. Ignoro cuáles de los barrios de la ciudad, salvo el sector céntrico, claro está, genera un producto bruto de doce millones de pesos anuales. Me parece un excelente punto de partida para hallar una solución que, hasta el momento nadie tiene excepto, claro está, la pena de muerte y los escuadrones parapoliciales.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy buena nota Eduardo, mas alla de que suene a frase hecha lo de la "exclusión" es totalmente cierto, si amontonamos los problemas en un solo lugar, seguramente lo que vamos a generar es un problema mas grande.

PD: por eso en mi country a los pobres no los dejamos entrar.

PD1: Un abrazo grande y esta buenisimo lo que escribis.