Progresistas por un rato (Eduardo Campos)

Tal como sucedió el 23 de noviembre con el acto realizado en Vuelta de Obligado, que terminó superando por espectacularidad al otro acto verdaderamente importante ocurrido la noche anterior como fue la inauguración oficial del museo de la batalla, los festejos de los 25 años de la Democracia terminaron siendo superados por el excelente y profesional show de Víctor Heredia.
No es que vaya a hablar de ninguna de las dos cosas sino que quiero destacar un detalle en particular ocurrido durante la actuación de Heredia.
En un determinado momento, y como introducción a un tema, el músico hizo referencia a los chicos pobres, convertidos hoy por muchos incapaces que gobiernan, en los responsables únicos de la inseguridad.
Heredia, como no podía ser de otra manera, puso las cosas en su lugar con muy pocas palabras al señalar la injusta distribución de la riqueza como la causa principal de la pobreza y la inseguridad que vivimos.
Pero lo que me llamó la atención fue el fervoroso aplauso que despertaron sus palabras entre el público presente. Más teniendo en cuenta que muchos de los que aplaudían, funcionarios y espectadores, han sostenido posturas, a veces públicas y a veces privadamente, coherentes con la línea que impulsa el gobernador Scioli de bajar la imputabilidad a menores. Esto es lo que el funcionario más importante de la provincia más importante tiene para ofrecer hoy en día a los jóvenes.
Medidas y políticas como éstas fracasaron estrepitosamente hace unos años cuando otro gobernador bonaerense, Carlos Ruckauf, pidió a la policía “meter bala a los delincuentes”.
La pregunta a hacerse sería si después de bajar la imputabilidad a los de 14 seguirán con los de 12, después los de 10, de 8 y así, sucesivamente, hasta esperar el parto para meterlos presos, porque la inseguridad no va a desaparecer.
Me causa extrañeza que alguien pueda llegar a pensar que medidas como estas son efectivas para bajar el delito. Por lo pronto creo en el mensaje de Heredia que, si bien no lo dijo en forma directa, sus palabras lo dejaron en claro: en nuestro país el problema no son los pobres sino los ricos. Para que existan estos últimos, millones de personas deben ser condenadas a la pobreza eterna. Por supuesto, sostener ese estado de cosas no sale gratis. La inseguridad es parte de ese costo que pagamos todos.
En los 90 vimos como la pobreza se disparó, tal como dispara hoy de las citaciones judiciales el responsable de ello. Las políticas neoliberales de los 90 dejaron en la Argentina a la mitad de la población en la miseria. Entre tantas virtudes esa es una tara que dejó la democracia. A los 25 años de ejercicio democrático ininterrumpido es una obligación ética y moral de aquellos que gobiernan poner fin a la desigualdad existente entre los argentinos.
Mientras tanto otros seguirán pidiendo que maten a los “negros” que roban, salvo cuando van a ver a Heredia o a Gieco. Allí se vuelven progresistas por un rato.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Excelente comentario. La hipocresía
es la madre de nuestros gobernantes.