Frecuentemente, y por cualquier tema, integrantes de esta comunidad dan a conocer sus opiniones a través de las radios finalizando el concepto vertido con la frase: “con los militares estábamos mejor”.
Parece increíble que, con todo lo sucedido en tan nefasta época, haya alguien en su sano juicio que manifieste semejante cosa, pero ocurre a menudo. La posibilidad de hacerlo en forma anónima y no exponerse les da la impunidad que necesitan.
A mi me pasa que, cuando converso con alguien y recibo en un momento dado dicho exabrupto, doy por finalizada la charla con cualquier excusa y me voy.
Hasta no hace mucho me tomaba el tiempo para explicar por qué eso no era correcto pero sucede que, con el paso de los años, me fui dando cuenta que quien manifiesta esa frase no posee luego ningún argumento para sostenerla, y si lo tiene éste suele ser bastante simplón.
Analicemos un poco. A lo largo de la existencia de nuestro país como nación ha habido momentos mejores y momentos peores que los actuales. Los peronistas recuerdan con pasión el primer gobierno de Perón, cuando parecía que la Argentina despegaba y se ponía al lado de los países más desarrollados. Los radicales, por su parte, tienen en su mente la figura de Arturo Illia en cuyo breve período de gobierno se vivió una libertad pocas veces vista con el hecho único, además, de haber hecho disminuir la deuda externa. También los desarrollistas añoran al gobierno de Arturo Frondizi y su proyecto de país.
Estos tres presidentes constitucionales fueron derrocados por gobiernos militares y el país lo pagó muy caro.
Pero digamos que peronistas, radicales y desarrollistas que estén descontentos con la actual administración de Cristina Fernández tienen experiencias democráticas para comparar y sostener que en la Argentina hubo momentos en que estuvimos mejor.
Ahora bien, por qué aparece alguien diciendo: “con los militares estábamos mejor”. Por qué elige a los militares para compararse y no a un gobierno democrático.
La respuesta cae de madura: Porque no es democrático. Por eso, en mi caso y ante esa frase, doy por finalizada cualquier conversación.
La razón de esto hay que buscarla en la psicología y la siquiatría. Ambas disciplinas bucean permanentemente en estas personas que, desde pequeñas, han tenido una formación autoritaria y no conciben que no haya nadie que mande u ordene firmemente como lo hacía su padre, su madre o la maestra. Suelen ser agresivos y les cuesta horrores tener que manejar sus vidas en forma autónoma, no han sido educados para eso y entienden que la existencia de delitos se debe a la falta de una mano dura.
El pedido de pena de muerte que la “Su” ha puesto de moda últimamente también es hijo de esta misma situación.
Me ha pasado, cuando he hablado con estas personas sobre el tema, que aceptan cuando les he señalado con pruebas que, con la dictadura del 76, comenzó la debacle económica de la nación, el aislamiento internacional por la masacre de personas y, para terminar, ni más ni menos que una guerra, con toda la justicia que el reclamo podía tener, pero declarada a espaldas de la población y pésimamente conducida. Pero al tipo en cuestión eso no le importa mucho, pareciera que son simples detalles y te espeta: “Sí, pero antes podíamos salir a la calle”.
Ello me hartó y me cansó también tener que andar explicando cosas elementales tal como se lo debe hacer con un chico cuando se le dice: “No nene, eso caca”, al verlo comer tierra.Por eso cuando te encuentres con uno no vaciles, dale con tranquilidad la dirección de algún profesional de la psicología o la psiquiatría. Estas son dos disciplinas que han avanzado mucho en las últimas décadas y, sobre todo, repetiles la frase de Capussotto: “Cuidate, querete, ojito ……”
Parece increíble que, con todo lo sucedido en tan nefasta época, haya alguien en su sano juicio que manifieste semejante cosa, pero ocurre a menudo. La posibilidad de hacerlo en forma anónima y no exponerse les da la impunidad que necesitan.
A mi me pasa que, cuando converso con alguien y recibo en un momento dado dicho exabrupto, doy por finalizada la charla con cualquier excusa y me voy.
Hasta no hace mucho me tomaba el tiempo para explicar por qué eso no era correcto pero sucede que, con el paso de los años, me fui dando cuenta que quien manifiesta esa frase no posee luego ningún argumento para sostenerla, y si lo tiene éste suele ser bastante simplón.
Analicemos un poco. A lo largo de la existencia de nuestro país como nación ha habido momentos mejores y momentos peores que los actuales. Los peronistas recuerdan con pasión el primer gobierno de Perón, cuando parecía que la Argentina despegaba y se ponía al lado de los países más desarrollados. Los radicales, por su parte, tienen en su mente la figura de Arturo Illia en cuyo breve período de gobierno se vivió una libertad pocas veces vista con el hecho único, además, de haber hecho disminuir la deuda externa. También los desarrollistas añoran al gobierno de Arturo Frondizi y su proyecto de país.
Estos tres presidentes constitucionales fueron derrocados por gobiernos militares y el país lo pagó muy caro.
Pero digamos que peronistas, radicales y desarrollistas que estén descontentos con la actual administración de Cristina Fernández tienen experiencias democráticas para comparar y sostener que en la Argentina hubo momentos en que estuvimos mejor.
Ahora bien, por qué aparece alguien diciendo: “con los militares estábamos mejor”. Por qué elige a los militares para compararse y no a un gobierno democrático.
La respuesta cae de madura: Porque no es democrático. Por eso, en mi caso y ante esa frase, doy por finalizada cualquier conversación.
La razón de esto hay que buscarla en la psicología y la siquiatría. Ambas disciplinas bucean permanentemente en estas personas que, desde pequeñas, han tenido una formación autoritaria y no conciben que no haya nadie que mande u ordene firmemente como lo hacía su padre, su madre o la maestra. Suelen ser agresivos y les cuesta horrores tener que manejar sus vidas en forma autónoma, no han sido educados para eso y entienden que la existencia de delitos se debe a la falta de una mano dura.
El pedido de pena de muerte que la “Su” ha puesto de moda últimamente también es hijo de esta misma situación.
Me ha pasado, cuando he hablado con estas personas sobre el tema, que aceptan cuando les he señalado con pruebas que, con la dictadura del 76, comenzó la debacle económica de la nación, el aislamiento internacional por la masacre de personas y, para terminar, ni más ni menos que una guerra, con toda la justicia que el reclamo podía tener, pero declarada a espaldas de la población y pésimamente conducida. Pero al tipo en cuestión eso no le importa mucho, pareciera que son simples detalles y te espeta: “Sí, pero antes podíamos salir a la calle”.
Ello me hartó y me cansó también tener que andar explicando cosas elementales tal como se lo debe hacer con un chico cuando se le dice: “No nene, eso caca”, al verlo comer tierra.Por eso cuando te encuentres con uno no vaciles, dale con tranquilidad la dirección de algún profesional de la psicología o la psiquiatría. Estas son dos disciplinas que han avanzado mucho en las últimas décadas y, sobre todo, repetiles la frase de Capussotto: “Cuidate, querete, ojito ……”
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