A una semana de que el principal referente del kirchnerismo sampedrino lo tildara de “pobre chico” y dijera que “lo manejan como quieren”, el Intendente Pablo Guacone echó en una sola reunión a los cuatro principales barbieristas del gabinete, y armó el revuelo más importante que se recuerde en los últimos años de vida política sampedrina.
La escena, privada y en medio de la fría noche de la primera jornada de Junio, es difícil de imaginar. Guacone, flanqueado por dos de sus escuderos para las próximas cruzadas, se sentó frente a sus interlocutores y les dijo, en pocas palabras, que necesitaba para gobernar gente de confianza personal. Traducido: “Muchachos, gracias por todo, pero ustedes no me generan ninguna sensación de lealtad”.
Vellón, Zeme, Perret y Almada ofrecieron, entonces, colaborar durante el período de transición hasta que asumieran sus sucesores. “Nos requirió que le hiciéramos presente inmediatamente la renuncia luego de retirar nuestros efectos personales de las distintas oficinas que ocupábamos” señalan en la nota de renuncia los ex Secretarios. Es decir: “Está bien, no se hagan problemas, limpien todo y cierren la puerta cuando se van”.
¿Alguien imagina al mismo Guacone que tutea al Jefe de la Armada en esa postura? ¿Cuáles fueron los motivos que lo llevaron a tomar una decisión tan contundente?
Como en muchas ocasiones, el fondo quedó sepultado por la forma. El hecho de que se hayan borrado de un solo golpe los últimos rastros del gobierno de Barbieri no puede menos que conmocionar. Pero debe entenderse que, desde el primer día de su gestión, Guacone se sintió como el padre de una familia ajena.
Es impensable que un Gobernador o un Presidente puedan sostener en su equipo a funcionarios que consideran que pueden hacer las cosas mejor que él mismo. Menos aún, a quienes están pensando en sucederlo. Le pasó a Trelles con Rotundo, y ambos perdieron las elecciones con Barbieri, dando inicio a doce años sin gobiernos peronistas.
Por otra parte, el ahora Diputado dejó un legado de internas enquistadas en casi todas las áreas de la Municipalidad. El escenario de los últimos meses mostraba a Secretarios y Directores enfrentados, que no se hablan entre sí o que se critican mutuamente en público y en privado, disputándose el control de los empleados.
Tampoco puede soslayarse la enorme brecha existente entre barbieristas de la primera hora y de la nueva era. Las durísimas declaraciones formuladas durante su salida por la ex Asesora Letrada, denunciando el ocultamiento de documentos públicos y otras irregularidades, nunca fueron debidamente aclaradas.
Colgado del pincel
Las esquirlas de la bomba que estalló en Pellegrini 150 impactaron de lleno en los locales partidarios de Acción por San Pedro y la Unión Cívica Radical. El Intendente expulsó de sus despachos al presidente del ecléctico movimiento creado por Mario Barbieri y a quien puede ser desde el lunes el titular del movimiento político en el que militan muchos de sus colaboradores.
Hay que recordar que después de la excursión de Barbieri al Congreso, Guacone quedó agarrado de un pincel (valga la metáfora para un pintor de profesión). El mandatario comunal buscó un banquito en el que apoyarse… y apareció el gobierno nacional con una escalera multiuso.
Con un curso acelerado de pragmatismo, el Intendente debió adaptarse a las circunstancias, y aceptar que quienes ostentan cargos nacionales o provinciales no son enemigos, sino potenciales proveedores de soluciones.
Sería un simplismo considerar que Guacone recibe órdenes del kirchnerismo, pero no puede dejar de mencionarse que el acercamiento a funcionarios nacionales es coincidente con la principal decisión política desde su asunción. De hecho, el mismo día en que confirmó los cambios visitó San Pedro el Secretario General de la Presidencia y casi se confirmó la visita de Cristina para el Día de la Soberanía.
En cualquier caso, los barbieristas – cobistas no deberían escandalizarse después de los bamboleos ideológicos de sus líderes, protagonistas de la película “Mario y Cleto, dos muchachos con suerte”.
Multioposición
En lo inmediato, la decisión de Guacone parece haber generado una respuesta positiva (o indiferente) en una parte importante de la comunidad. Pocas voces contrarias al cambio se han escuchado en un pueblo que sigue más preocupado por quien le arregla el bache o le cambia la lámpara de la esquina que en decadentes intrigas palaciegas.
El espectro partidario, sin embargo, podría reacomodarse vertiginosamente a partir de esta semana.
En el entorno de Vellón ganó fuerza la hipótesis –quizás algo paranoica- de que su salida en la semana previa a la interna de la UCR es una movida política a la que no está ajena Germán López.
No es descabellado pensar, entonces, que una nueva conducción del radicalismo en manos del ex Secretario Coordinador puede transformar al Centenario Partido en un movimiento opositor al gobierno municipal. Lo mismo sucedería con los concejales que respondan a esa dirigencia partidaria.
Es en el HCD en donde se producen las primeras escaramuzas, con un cambio inevitable en la composición de fuerzas que hace imprevisibles las futuras votaciones de proyectos del Ejecutivo. ¿Comenzará una era similar a la de la segunda Intendencia de Pángaro?
La inminente afiliación de Guacone al partido Acción por San Pedro, anunciada por la concejal Margarita Frisch, es una señal, al mismo tiempo, de que hay quienes ya están pensando en el Intendente interino como potencial candidato de esa fuerza en el 2011. El escenario electoral del año que viene podría encontrar, entonces, a Guacone compitiendo en la interna de ese movimiento con Juan Almada, y en una eventual elección general con Vellón. O, ¿por qué no?, con Sergio Rosa, en cualquiera de las dos instancias.
Guacone puede salir fortalecido con un entorno que lo proteja, con un gobierno nacional que lo asista y con un -todavía parcial- apoyo de la ciudadanía. Pero al mismo tiempo abrió el juego a una multioposición en la que convivirán el justicialismo, el peronismo de derecha, sectores de Acción por San Pedro y la UCR.
En los próximos 18 meses, el Intendente deberá rendir las últimas materias para recibirse de político si quiere terminar su mandato normalmente y aspirar a una extensión de su gobierno por cuatro años más .
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