Si uno tuviese que ponerle una cara a la actual administración municipal ésta tendría un gesto adusto, muy serio.
Por ahí los hombres que lo integran poseen la cuota de humor común a todos pero está claro que, por muchas circunstancias, la imagen que siempre brindan es la de la seriedad.
Tal vez en esta percepción juegue mucho mi propia subjetividad. Debo decir que mi relación con la mayoría de los integrantes del ejecutivo no es la adecuada por motivos que llevarían muchos centímetros de este blog y que alguna vez contaré.
Lo cierto es que llama la atención que, tipos tan amargos, hayan producido un chiste tan bueno como el que menciona “El Imparcial” en la tapa de su último número.
“Política Ambiental, prioridad del municipio” decía el titular de grandes letras.
Luego de recobrar la compostura y tras hallar mi dentadura postiza debajo de la mesa donde había volado por efecto de la carcajada, (recuerdo que perdí todos mis dientes por andar con la boca abierta tragando el humo del basural que los pudrió), continué leyendo el artículo.
“Instrumentarán un programa de “Política Medioambiental”.
Me rasqué la prótesis de plástico que tengo en la cabeza (recuerdo que una gruesa rama de una planta del arbolado público que estaba siendo talado por un vecino en forma ilegal, me cayó encima y me la rompió) y pensé si la instrumentación de este programa no sería como las 43 instrumentaciones de programas similares, las 115 instrumentaciones de planes de seguridad, las 89 instrumentaciones de planes de educación vial, las 79 instrumentaciones de una nueva planta depuradora o las 105 instrumentaciones de proyectos de solución de la basura que no pasaron de la fase de anuncio en conferencia de prensa.
El proyecto, aprobado por el HCD, consta de doce puntos. El primero de ellos señala que “El estado municipal tendrá una actitud positiva y previsora a favor de la preservación del ambiente y de las fuentes naturales de recursos”. Mientras mi ojo seguía atentamente el texto (recuerdo que perdí el otro ojo por irritación al estar expuesto al humo de la isla en forma constante durante cuatro años seguidos) me dije: “Seguro que esta gente debe estar preocupada porque hace poco votaron un proyecto para eliminar ese molesto humo del cigarrillo en los lugares públicos. Claro que cuesta un montón encontrar ese humito delator entre un humo que no te deja ver a diez metros. Pero, bueno, por algo hay que empezar.
“Debe hacerse compatible el desarrollo de San Pedro con la preservación del Medio Ambiente, de forma que las acciones de hoy no comprometan la calidad de vida de las generaciones futuras” Decía el cuarto punto. Refregué mi ojo porque no podía creer lo que estaba viendo. Casi me lo saco con el garfio. (Recuerdo que un día quise sacar un pescado del agua del rio Baradero a la altura de Rio Tala, donde desaguan las fábricas, metí la mano en el agua verde y brillante, que también de noche lo es, y saqué solo los huesos). Pensé en cómo harían cumplir este punto ¿acaso le iban a decir a los productores que no sembraran soja? ¿Acaso se iban a poner firmes con Entre Ríos? Hummm.
Una impertinente ráfaga de viento me hizo volar la página de mis manos pero, rápido como un rayo, le puse mi pié ortopédico encima (recuerdo que perdí mi otro pié cuando lo metí en el agua amarilla de la zanja de Ruta 1001 y Crucero General Belgrano) En esa página el artículo hablaba de actuar en forma transparente con otras entidades de la ciudad. ¡Es cierto, tiene que hablar con nosotros! dijo una voz que venía desde arriba. Como yo había leído el texto en voz alta me respondió un empleado de la CoopSer desde la copa de un árbol, mientras terminaba de mutilar el jacarandá número 415.
¿Le parece bonito lo que está haciendo, por qué tanto desastre con el arbolado cortándolo con motosierra debajo de los cables? Le espeté mientras me rascaba la cabeza, perdón, la peluca que había sobre el plástico (el pelo lo perdí en el campo cuando una avión me fumigó junto con la soja).
“Sabe que pasa, -me contestó el de la CoopSer-, los árboles con el viento nos dañan el cable, por eso los cortamos. Pero, de paso, dejamos los frentes al rayo del sol. ¿Sabe como están gastando? Algunos no van a apagar el acondicionador hasta abril, por lo menos, ¡qué papita, no!”.
Ante esta muestra de lógica pura suspiré y dije para mis adentros: “qué lindo que fuera cierto por una vez y empezaran a proteger el ambiente de verdad”
A las chuequeadas comencé a caminar hacia mi auto (al que había dejado a la sombra del transformador con PCV) y me fui a casa pensando: “Por qué no aguantaron hasta el 28 de diciembre para dar esta noticia”. Un chiste tan bueno merecía un contexto mejor.
Por ahí los hombres que lo integran poseen la cuota de humor común a todos pero está claro que, por muchas circunstancias, la imagen que siempre brindan es la de la seriedad.
Tal vez en esta percepción juegue mucho mi propia subjetividad. Debo decir que mi relación con la mayoría de los integrantes del ejecutivo no es la adecuada por motivos que llevarían muchos centímetros de este blog y que alguna vez contaré.
Lo cierto es que llama la atención que, tipos tan amargos, hayan producido un chiste tan bueno como el que menciona “El Imparcial” en la tapa de su último número.
“Política Ambiental, prioridad del municipio” decía el titular de grandes letras.
Luego de recobrar la compostura y tras hallar mi dentadura postiza debajo de la mesa donde había volado por efecto de la carcajada, (recuerdo que perdí todos mis dientes por andar con la boca abierta tragando el humo del basural que los pudrió), continué leyendo el artículo.
“Instrumentarán un programa de “Política Medioambiental”.
Me rasqué la prótesis de plástico que tengo en la cabeza (recuerdo que una gruesa rama de una planta del arbolado público que estaba siendo talado por un vecino en forma ilegal, me cayó encima y me la rompió) y pensé si la instrumentación de este programa no sería como las 43 instrumentaciones de programas similares, las 115 instrumentaciones de planes de seguridad, las 89 instrumentaciones de planes de educación vial, las 79 instrumentaciones de una nueva planta depuradora o las 105 instrumentaciones de proyectos de solución de la basura que no pasaron de la fase de anuncio en conferencia de prensa.
El proyecto, aprobado por el HCD, consta de doce puntos. El primero de ellos señala que “El estado municipal tendrá una actitud positiva y previsora a favor de la preservación del ambiente y de las fuentes naturales de recursos”. Mientras mi ojo seguía atentamente el texto (recuerdo que perdí el otro ojo por irritación al estar expuesto al humo de la isla en forma constante durante cuatro años seguidos) me dije: “Seguro que esta gente debe estar preocupada porque hace poco votaron un proyecto para eliminar ese molesto humo del cigarrillo en los lugares públicos. Claro que cuesta un montón encontrar ese humito delator entre un humo que no te deja ver a diez metros. Pero, bueno, por algo hay que empezar.
“Debe hacerse compatible el desarrollo de San Pedro con la preservación del Medio Ambiente, de forma que las acciones de hoy no comprometan la calidad de vida de las generaciones futuras” Decía el cuarto punto. Refregué mi ojo porque no podía creer lo que estaba viendo. Casi me lo saco con el garfio. (Recuerdo que un día quise sacar un pescado del agua del rio Baradero a la altura de Rio Tala, donde desaguan las fábricas, metí la mano en el agua verde y brillante, que también de noche lo es, y saqué solo los huesos). Pensé en cómo harían cumplir este punto ¿acaso le iban a decir a los productores que no sembraran soja? ¿Acaso se iban a poner firmes con Entre Ríos? Hummm.
Una impertinente ráfaga de viento me hizo volar la página de mis manos pero, rápido como un rayo, le puse mi pié ortopédico encima (recuerdo que perdí mi otro pié cuando lo metí en el agua amarilla de la zanja de Ruta 1001 y Crucero General Belgrano) En esa página el artículo hablaba de actuar en forma transparente con otras entidades de la ciudad. ¡Es cierto, tiene que hablar con nosotros! dijo una voz que venía desde arriba. Como yo había leído el texto en voz alta me respondió un empleado de la CoopSer desde la copa de un árbol, mientras terminaba de mutilar el jacarandá número 415.
¿Le parece bonito lo que está haciendo, por qué tanto desastre con el arbolado cortándolo con motosierra debajo de los cables? Le espeté mientras me rascaba la cabeza, perdón, la peluca que había sobre el plástico (el pelo lo perdí en el campo cuando una avión me fumigó junto con la soja).
“Sabe que pasa, -me contestó el de la CoopSer-, los árboles con el viento nos dañan el cable, por eso los cortamos. Pero, de paso, dejamos los frentes al rayo del sol. ¿Sabe como están gastando? Algunos no van a apagar el acondicionador hasta abril, por lo menos, ¡qué papita, no!”.
Ante esta muestra de lógica pura suspiré y dije para mis adentros: “qué lindo que fuera cierto por una vez y empezaran a proteger el ambiente de verdad”
A las chuequeadas comencé a caminar hacia mi auto (al que había dejado a la sombra del transformador con PCV) y me fui a casa pensando: “Por qué no aguantaron hasta el 28 de diciembre para dar esta noticia”. Un chiste tan bueno merecía un contexto mejor.
Comentarios
saludos
Martin
María F
No creo que Martín vea odio, envidia,etc.a través del humo.
saludos
Martin