Más que ayer, pero menos que mañana (por Eduardo Campos)

¿Quién no ha claudicado en algún momento ante la feroz insistencia de los chicos y ha comprado alguna porquería a Sprayette o a algún “llame ya”?
Tiempo después y haciendo números cayó en la cuenta que en un montón de insignificantes cuotas le estaban cobrando de dos a tres veces el valor del producto adquirido.
A eso debe sumarle que la adquisición sirvió también para incorporarlo a una base de datos. A partir de ahí, un montón de señoritas especializadas en joder gente a toda hora no lo dejó más en paz.
Pero aún así estas molestas empresas no han llegado a lo que algunas grandes firmas de electrodomésticos asentadas en San Pedro están haciendo para sacarles un pesito más a sus clientes.
Cuando uno va a comprar un artículo la gentil señorita o el amable caballero que lo atienden, le facturan en tantas cuotas a tanto. Se supone que ya han incluido todo porque le informan que deberá pagar, pongamos un ejemplo, seis cuotas a 123,10 pesos cada una.
Pero resulta que cuando uno va a pagar (y en término) se encuentra con que la cuota se transformó mágicamente en $ 125 gracias a 1,57 de gastos administrativos y a 0,33 de impuestos. ¿No era que el primero era el precio final de la cuota? Si se trata de gastos administrativos se sabe de antemano. ¿Por qué lo dejan afuera de la cuota y por qué le informan a uno que arregló un costo final que, en realidad, ese no lo va a ser?
Puede ser que con esto salven mayores costos por inflación que puedan surgir a lo largo del plan de pagos y como no lo pueden explicitar lo disfrazan de esta manera. Como la carga no es importante uno la deja pasar, pero claro, cadenas de comercialización que poseen miles de clientes deben sumar un interesante dinerillo extra.
Alguna vez nuestro concejo deliberante trató la posibilidad de tener en San Pedro una oficina de derechos del consumidor pero, por supuesto, como era una buena idea se la dejó de lado.

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