“El discurso de la inseguridad es un discurso que convierte a una parte de la población en enemiga de la otra, caracterizando a la otra por las razones que sea: por su aspecto físico, por su lugar de pertenencia, porque es pobre, porque no tiene trabajo, por lo que fuere…”.
La cita es de la prestigiosa intelectual Beatriz Sarlo, en el marco de una entrevista con Inés Dussel, Coordinadora del Área Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (sede Argentina), en marzo de 2008.
Sarlo se refería a la “obsesión” de los medios de comunicación, sobre todo informativos, sobre la inseguridad y sobre el papel que asumen como portadores de un “discurso moral”. Tal como es planteado por las grandes empresas comunicativas de la Argentina, la inseguridad se convierte en punto de desencuentro. Siguiendo a Sarlo, los unos son los malos, los otros, los ultrajados por los malos. Y aunque está “de moda” mencionar las causas de la inseguridad, lo cierto es que pocos asumen el compromiso de trabajar en ellas.
Ayer, dos situaciones contrapuestas se dieron en San Pedro. Por un lado, la visita del candidato a diputado nacional por Unión PRO, Francisco de Narváez; por otro, la llegada del profesor Marcelo Valko, de la Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo.
La desigualdad
El pelirrojo llegó a la ciudad en helicóptero y luego de arribar a una estación de servicio céntrica, caminó por las calles de la ciudad con la supuesta intención de codearse con los vecinos, en el marco de la campaña política con vistas a las elecciones del 28 de junio. Pero ni los periodistas sampedrinos que lo esperaban para cumplir con su tarea pudieron entrevistarlo. Un séquito de guardaespaldas formó un cordón que lo siguió desde el primer paso, y si bien caminaría hasta la Sociedad Rural local, interrumpió a las dos cuadras la caminata y se subió a una camioneta que lo trasladó hacia donde un grupo de productores agropecuarios y referentes políticos que forman parte -o quieren hacerlo y no pueden- de su espacio, lo esperaban. El discurso que brindó se refirió a las retenciones, a la situación del sector del campo y al proyecto político que encabeza.
La diversidad
Un poco más tarde, en la Escuela Media Nº 202 –funciona en el edificio de la Escuela Primaria Nº 6- Valko brindaba una charla sobre “Pedagogía de la Desmemoria” en el marco de la Semana del Hombre Originario. A través de la proyección de imágenes “oficiales” difundidas y erigidas en distintos puntos del país sobre los indígenas y los negros, el investigador planteó la necesidad de “no hacer un culto del olvido, de la desmemoria”. Y dijo que en este país “hay gente que no piensa que toda la gente es igual”.
Basándose en el caso particular de los indígenas, repasó imágenes que los mostraban y muestran –porque aún siguen en pie en muchos museos- escondidos, salvajes, antropófagos. Y siempre detrás de los europeos, la “buena gente” que venía a “salvar” a los otros, los diferentes. De hecho, varias imágenes exhibidas mostraban situaciones de exorcismo de los indígenas. En otros casos, los indígenas aparecían ocultos, propiciando lo que Valko llama la “invisibilidad”, “el culto al olvido”.
Muchas de esas representaciones fueron y son asumidas como naturales, generando otra naturalización, la del racismo: un discurso de la antropología de lo exótico que oculta bajo la extrañeza las particularidades del otro.
Valko se encargó de remarcar que es preciso reconocer al otro como otras formas de ser de lo humano. “¿Acaso no somos todos personas?”, se preguntó y planteó la necesidad de “abrir fronteras”. El caso de los indígenas se amplió, se generalizó, y dejó el puntapié para pensar en los derechos humanos.
La desigualdad y la diversidad
Las dos situaciones, el acto de De Narváez y la charla de Valko, se enmarcan en un mismo contexto pero desde visiones muy diferentes: mientras uno hablaba de la propiedad, el campo y la posibilidad de recuperar el poder adquisitivo de un sector bien definido, otro conversaba sobre la necesidad de recuperar la memoria y abrir fronteras para no olvidar al otro. Mientras uno caminaba por las calles céntricas intentando conocer la “realidad” de San Pedro y rodeado de personas que a su vez impedían el acercamiento, otro hablaba de contacto, de unión y de intercambio: de hecho, dos indígenas cerraron la charla expresando su situación actual.
El paralelismo es arbitrario, sí, y absolutamente parcial; pero no deja de evidenciar dos posturas bien definidas en la sociedad: aquellos para quienes el otro resulta alguien de quien es preciso protegerse y hasta exorcizar, como lo hicieron los conquistadores con los indígenas, y aquellos para quienes el otro debe formar parte de nosotros mismos, para reconocernos y poder construir caminos desde la diversidad.
Y aunque es muy conocida, la siguiente cita de “Ventana sobre la utopía”, de Eduardo Galeano, se convierte en el remate casi natural de este texto. “Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”.
[Foto Noticias San Pedro: Valko y Juan Patricio Rosales, del Centro Cultural Aníbal de Antón, durante la charla del viernes]
La cita es de la prestigiosa intelectual Beatriz Sarlo, en el marco de una entrevista con Inés Dussel, Coordinadora del Área Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (sede Argentina), en marzo de 2008.
Sarlo se refería a la “obsesión” de los medios de comunicación, sobre todo informativos, sobre la inseguridad y sobre el papel que asumen como portadores de un “discurso moral”. Tal como es planteado por las grandes empresas comunicativas de la Argentina, la inseguridad se convierte en punto de desencuentro. Siguiendo a Sarlo, los unos son los malos, los otros, los ultrajados por los malos. Y aunque está “de moda” mencionar las causas de la inseguridad, lo cierto es que pocos asumen el compromiso de trabajar en ellas.
Ayer, dos situaciones contrapuestas se dieron en San Pedro. Por un lado, la visita del candidato a diputado nacional por Unión PRO, Francisco de Narváez; por otro, la llegada del profesor Marcelo Valko, de la Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo.
La desigualdad
El pelirrojo llegó a la ciudad en helicóptero y luego de arribar a una estación de servicio céntrica, caminó por las calles de la ciudad con la supuesta intención de codearse con los vecinos, en el marco de la campaña política con vistas a las elecciones del 28 de junio. Pero ni los periodistas sampedrinos que lo esperaban para cumplir con su tarea pudieron entrevistarlo. Un séquito de guardaespaldas formó un cordón que lo siguió desde el primer paso, y si bien caminaría hasta la Sociedad Rural local, interrumpió a las dos cuadras la caminata y se subió a una camioneta que lo trasladó hacia donde un grupo de productores agropecuarios y referentes políticos que forman parte -o quieren hacerlo y no pueden- de su espacio, lo esperaban. El discurso que brindó se refirió a las retenciones, a la situación del sector del campo y al proyecto político que encabeza.
La diversidad
Un poco más tarde, en la Escuela Media Nº 202 –funciona en el edificio de la Escuela Primaria Nº 6- Valko brindaba una charla sobre “Pedagogía de la Desmemoria” en el marco de la Semana del Hombre Originario. A través de la proyección de imágenes “oficiales” difundidas y erigidas en distintos puntos del país sobre los indígenas y los negros, el investigador planteó la necesidad de “no hacer un culto del olvido, de la desmemoria”. Y dijo que en este país “hay gente que no piensa que toda la gente es igual”.
Basándose en el caso particular de los indígenas, repasó imágenes que los mostraban y muestran –porque aún siguen en pie en muchos museos- escondidos, salvajes, antropófagos. Y siempre detrás de los europeos, la “buena gente” que venía a “salvar” a los otros, los diferentes. De hecho, varias imágenes exhibidas mostraban situaciones de exorcismo de los indígenas. En otros casos, los indígenas aparecían ocultos, propiciando lo que Valko llama la “invisibilidad”, “el culto al olvido”.
Muchas de esas representaciones fueron y son asumidas como naturales, generando otra naturalización, la del racismo: un discurso de la antropología de lo exótico que oculta bajo la extrañeza las particularidades del otro.
Valko se encargó de remarcar que es preciso reconocer al otro como otras formas de ser de lo humano. “¿Acaso no somos todos personas?”, se preguntó y planteó la necesidad de “abrir fronteras”. El caso de los indígenas se amplió, se generalizó, y dejó el puntapié para pensar en los derechos humanos.
La desigualdad y la diversidad
Las dos situaciones, el acto de De Narváez y la charla de Valko, se enmarcan en un mismo contexto pero desde visiones muy diferentes: mientras uno hablaba de la propiedad, el campo y la posibilidad de recuperar el poder adquisitivo de un sector bien definido, otro conversaba sobre la necesidad de recuperar la memoria y abrir fronteras para no olvidar al otro. Mientras uno caminaba por las calles céntricas intentando conocer la “realidad” de San Pedro y rodeado de personas que a su vez impedían el acercamiento, otro hablaba de contacto, de unión y de intercambio: de hecho, dos indígenas cerraron la charla expresando su situación actual.
El paralelismo es arbitrario, sí, y absolutamente parcial; pero no deja de evidenciar dos posturas bien definidas en la sociedad: aquellos para quienes el otro resulta alguien de quien es preciso protegerse y hasta exorcizar, como lo hicieron los conquistadores con los indígenas, y aquellos para quienes el otro debe formar parte de nosotros mismos, para reconocernos y poder construir caminos desde la diversidad.
Y aunque es muy conocida, la siguiente cita de “Ventana sobre la utopía”, de Eduardo Galeano, se convierte en el remate casi natural de este texto. “Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”.
Felicitas Bernasconi
Comentarios
En el caso De Narvaez realmente pienso que es un paracaidista político que no acaba de caer, careta y Topo Gigio que no se sabe quien lo financia ni quien lo hace funcionar en la arena democrática. Un verdadero cachivache. Ojalá que el pueblo no vote a estos personajes que quieren hacer negocios desde el estado disfrazados de moralistas y solucionadores de todos los males del país. Que suerte que ese mismo día estuvo Valko en San Pedro para contrastar y darle a ese día un matiz humano y de justicia histórica, que el otro personaje no resistiría en un debate ya que él y sus secuaces son impresentables. Valko es el futuro, la razón y el pensamiento, De Narvaez el atraso, la vuelta al pasado y la impunidad para los poderosos.
Las gestas de recuperacion de la memoria y los valores de nuestras tradiciones culturales, en una sociedad donde en las escuelas se festeja el dia de brujas debieran ser mucho mas difundidas pero sucede que los medios de nuestro pais tambien festejan el dia de brujas. Por las Venas abiertas de America Latina y por el Malon de la Paz entre otros libros de igual tenor debieran ser libros curriculares en nuestras escuelas.
Sin otro particular me despido atte.
Laura rodriguez
Alejandro
Un Abrazo
lástima que no pude estar presente, de todas maneras estos espacios seguirán estando y cobrando cada vez más la importancia que deberían tener.
luisina