El rayo malo (por Eduardo Campos)

La aeronavegación se ha transformado en el sistema de transporte de pasajeros más seguro del mundo.
Miles de aviones despegan a diario de cientos y cientos de aeropuertos desplegados a lo largo y ancho del globo y llegan a destino sin inconvenientes, aunque… a veces, alguno no lo hace.
Es lo que ha ocurrido en Brasil 24 horas atrás. Un Airbus 330, máquina perteneciente a la última generación de aviones de pasajeros, desapareció del mapa cuando viajaba en dirección a París.
La respuesta dada por Air France, la aerolínea propietaria, es que la aeronave fue alcanzada por un rayo.
No quiero ser terminante en esto pero estoy seguro en un 99 por ciento que se trata de una mentira más grande que el avión siniestrado.
Muy posiblemente pasarán meses y hasta años determinar las verdaderas causas de la caída, pero lo del rayo no huele a quemado sino a verso.
A aquellos que les interesa el tema de la aviación seguramente seguirán algunos programas que emiten canales como Discovery o Nat Geo donde se muestra como, profesionales capaces, se encargan de rastrear las causas que originan caídas de aeronaves.
Yo también los veo y no recuerdo uno solo donde un rayo haya ocasionado la caída de un avión, a menos que hablemos de los años 40 o 50.
El que un avión sea alcanzado por un rayo es mucho más frecuente de lo que la gente supone. Sucede muy a menudo, lo que ocurre es que las aeronaves cuentan hoy con sistemas que permiten descargar, a través de las puntas de las alas, la electricidad de cualquier rayo que las alcance.
Pero para poder comprender lo que está pasando debemos tomar otro camino y observar que, desde los 90, en el mundo han quedado solo dos fabricantes de aviones de gran porte. Son la norteamericana Boeing y la europea Airbus. Entre ellas dos compiten para abastecer un mercado que mueve miles de millones de dólares cada año y que crece en forma incontenible.
El accidente de una aeronave puede llegar a inclinar a aerolíneas a decidir la adquisición de máquinas de la otra compañía por lo que, producido un siniestro, no hay mejor respuesta para el fabricante que… ¡un rayo!
Este fenómeno atmosférico tomado como excusa permite poner el problema mecánico o electrónico (verdadera causa de la caída) fuera, quedando la posibilidad de echarle la culpa a algo que no se puede preveer como lo es un rayo.
También el rayo viene bien para controlar a los familiares de las víctimas, invadidos por las ganas de romper todas las oficinas de la compañía a patadas. Ante la información, convenientemente desparramada a todas las agencias informativas al instante siguiente del accidente, señalando al rayo como culpable, no les deja ni siquiera el derecho al pataleo.
Cuando la verdad de la caída se sepa habrán pasado meses y hasta años, las indemnizaciones se habrán cobrado, el duelo estará a punto de ser superado y nadie tomará represalias.
La aeronavegación es el método de transporte más seguro sin dudas. Las 220 víctimas que se registraron en el accidente de Air France son las que suceden en diez días en las rutas argentinas solamente. El eludir por razones mezquinas las responsabilidades que les toca a fabricantes y a aerolíneas en cada accidente poco ayuda a que no disminuya la confianza de la gente en los aviones.
Por nuestra parte, como eventuales pasajeros, debemos asegurarnos y viajar por líneas seguras. Cuando un pasaje a tal lado sale equis dólares y otra aerolínea lo ofrece por mucho menos, desconfíe.
La falta de regulaciones internacionales que trajo el liberalismo dos décadas atrás hizo florecer líneas que invitaban a volar por poca plata. Los años 90 vieron un incremento en la caída de aviones por esos motivos. Se planchaban las tarifas a costa de un deficiente mantenimiento.
Hoy estamos hablando de un accidente aéreo que involucra a una de las empresas más seguras y serias del mundo, lo que prueba que nadie puede descuidar absolutamente nada en lo que sea la seguridad de un aparato.
Lo reprochable para los directivos de Air France no es tanto que se le caiga un avión, cosa siempre posible, sino que se sacudan de encima las responsabilidades que le corresponden. Echarle la culpa a un rayo es tomarle el pelo a la gente que elige esa línea. Si ganan dinero volando lo menos que se les puede pedir es que se hagan cargo de las cosas que no salen tan bien.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy bueno Eduardo!