Imposibles (por Eduardo Campos)


Desde el comienzo de la humanidad el hombre ha venido peleando en busca de lo imposible.
Con tenacidad y tozudez, a veces lo consiguió.
La rueda fue un imposible, el volar fue otro, el llegar a los insondables abismos de los océanos fue también otro imposible. Y ni hablar de llegar a la Luna.
Y también hay imposibles que no ha podido vencer aún.
¿Cómo sobreproducir alimentos y que cada vez muera más gente de hambre? Por ejemplo. O ¿Cómo detener la contaminación ambiental y dejar de envenenarnos?
Pero también hay una tercera categoría de “imposibles”, la que se dice que se logró sin haberse logrado. Como la promesa política por ejemplo.
Algo de esto es la levitación o, mejor dicho, el eliminar el factor “fuerza de gravedad” del planeta y movernos a piacere.
Un helicóptero, por ejemplo, no elimina la gravedad sino que crea una fuerza contraria, lo que le permite no caer a tierra.
Pero hay quienes sostienen que pueden levitar. Llámense monjes del Tibet, hindúes o gente con poderes. Son muchos los que creen que hay personas que pueden sustraerse por propia voluntad de la fuerza de gravedad y mantenerse en el aire sin caer. Es más, se han escrito libros y hecho documentales de cine y TV donde se muestra a gente que ha logrado levitar.
Claro que todos los que suponen que esto puede ser posible, obvian algo muy importante: que nuestro planeta no se halla fijo sino que se mueve a una velocidad de 30 mil kilómetros por hora en el espacio.
Si alguien anulara la fuerza de gravedad por un instante lograría que la pared más próxima impactara contra él a 30 mil kilómetros por hora. Puede también que la Tierra viaje en sentido “hacia abajo”, por lo que la supuesta persona que anulara la gravedad quedaría flotando en el espacio mientras el planeta se aleja a 30 mil kilómetros por hora.
La fuerza de gravedad es algo que no solo nos atrae y nos pega al suelo sino que también permite que acompañemos (en un pequeño tramo, casi ínfimo diría) al planeta en su largo viaje.
Afortunadamente La Tierra tiene un viaje veloz pero sereno, no toma curvas cerradas ni pega bandazos, no frena de golpe o acelera alocadamente para pasar a otro planeta para ir primero, no derrapa en las curvas y no se agacha para tomarlas. Si lo hiciera todo lo que hay arriba se desplazaría hacia un costado y hacia otro, y los humanos estaríamos permanentemente construyendo cosas de las que agarrarnos para no ir a parar al diablo.
Pero hay vehículos que sí hacen todo esto. Esto lo percibimos cuando abrimos la caja con la pizza que nos trajo la motito y vemos que consiste en un perfecto y límpido círculo de masa que posee en uno de los costados (de la caja) toda la muzzarella, las anchoas, aceitunas, morrones, verduras, jamón y un cosito de plástico con tres patitas, todo amontonado en un rincón.
Puteando a la moto, al motoquero y al delivery, usted se toma el delicado trabajo de ver si encuentra alguna punta de la muzzarella que le permita traer todo nuevamente a su lugar, (como cuando se hace la cama).
Bueno, ese es un imposible de los que hablábamos al principio. Después de intentarlo un rato se percatará que lo único que usted puede traer sin inconvenientes es el cosito de plástico de tres patitas y que la pizza (o el amontonamiento de cosas que iba arriba) se va enfriando sin remedio.
Ante ello mete el montón de cosas arriba de la masa y corta porciones como salgan. Claro esto convierte a la pizza en la torta de la riqueza que produce el país. Unos pocos se llevan toda la muzzarella y otros nada o casi nada.
En estos casos es bueno ser el que corta, ya que esto permite quedarse con la porción más cargada en tanto que para los chicos va un limpio triángulo de masa con nada.
Pero los imposibles no terminan aquí.
Por ejemplo sabemos que el seguro del auto te cubre todo, menos lo que te sucedió. Eso es un imposible que viene de años y que la humanidad jamás pudo resolver.
También que se le puede cambiar la cara a una ciudad pero es imposible hacer que los areneros no salgan con sobrecarga.
O que se puede encarrilar un ejército que ha sido capaz de realizar hechos aberrantes comparables a los del nazismo, pero que es imposible encarrilar a la policía de la provincia de Buenos Aires.
O que nos podemos morir en cada vez mayor número por cáncer, pero que es imposible que Salud o el HCD releve o investigue los por qué.
Otro imposible aparece en el nuevo cruce del acceso al puerto con calle San Martín. Ahí se van a pegar en cualquier momento porque está muy lindo para venir por los dos lados. Pero cómo hacemos para pedir un semáforo intermitente, o carteles de alerta, o esos pequeños rastrillos de advertencia en el pavimento. Es imposible porque lo único que te van a hacer es “lomo de burro”, y a seguir rompiendo autos. Por eso es que no pido nada. (Este párrafo debe leerse y olvidarse inmediatamente).
O por qué el censo arrojó que somos 60 mil gentes y que hay en San Pedro casi 22 mil viviendas (casi tres personas por casa) cuando se está reclamando de 600 a 700 viviendas más. ¿Es imposible saber dónde corno están esas casas que registró el censo? ¿Habrán censado las rojas casitas de los “Gauchito Gil”? Así sí les puede dar la cuenta.
O ¿Es imposible que las cosas en la ciudad cuesten lo mismo que en Buenos Aires, en lugar de 2 a 3 veces más?
Por todo esto estimado lector, pienso que es más probable que un día levitemos a que te venga una pizza en condiciones.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy profundo lo del seguro que cubre todo menos lo que te pasó. Pero no creo que sea imposible hablar con las autoridades para pedirles que resuelvan temas importantes para la comunidad... Todos ellos saben bien que se van como vinieron: con el voto. Esto implica un condicionamiento que cualquier político, por más estúpido que sea, lo tiene encarnado y trata de obtener la buena opinión de sus votantes.