“La moderación fuera de tiempo no es cordura, ni es una verdad; al contrario, es una debilidad cuando se adopta un sistema que sus circunstancias no lo requieren; jamás en ningún tiempo de revolución, se vio adoptada por los gobernantes la moderación ni la tolerancia; el menor pensamiento de un hombre que sea contrario a un nuevo sistema, es un delito por la influencia y por el estrago que puede causar con su ejemplo y su castigo es irremediable.
Los cimientos de una nueva república nunca se han cimentado sino con el rigor y el castigo, mezclado con la sangre derramada de todos aquellos miembros que pudieran impedir sus progresos”.
Mariano Moreno – Plan Revolucionario de las Operaciones
Los cimientos de una nueva república nunca se han cimentado sino con el rigor y el castigo, mezclado con la sangre derramada de todos aquellos miembros que pudieran impedir sus progresos”.
Mariano Moreno – Plan Revolucionario de las Operaciones
Norberto Galaso informa en uno de sus artículos sobre la Revolución de Mayo que la sociedad porteña de 1810 contaba con estamentos bien diferenciados, como corresponde a toda nación capitalista que se precie. Por un lado estaban los dueños del poder y la riqueza, y del otro los esclavos, peones y jornaleros.
En medio de ellos, se fue conformando una pequeña burguesía integrada por profesionales (abogados mayoritariamente), empleados (de comercio o de oficinas de gobierno), algunos artesanos y estudiantes. Algo así como la clase media actual.
La revolución, obviamente, no la hicieron los esclavos, ni los peones, ni los jornaleros, que tenían motivos fundados para revelarse. El hito fundacional de este país fue protagonizado, en todos sus aspectos, por burgueses.
Hijos de españoles en su mayoría, se sintieron atraídos por la novedad de la Revolución Francesa (no menos burguesa, por cierto) y “convierten su disgusto por el sofocamiento en que vivían, en violento reclamo de una democracia participativa”.
En ese sector social se encontraban médicos, como Cosme Argerich, los abogados Castelli, Paso, Moreno, Belgrano y Chiclana entre otros; empleados como French, Berutti y Donado; y sacerdotes, como el padre Grela y Aparicio.
Es importante entender, entonces, que formamos una nación parida por la burguesía.
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El próximo domingo, al cumplirse el aniversario Nº 198 de los hechos de Mayo de 1810, dos visiones de país que se parecen mucho más de lo que sus protagonistas quieren reconocer, confrontarán nuevamente Ahora desde púlpitos especialmente montados en dos de las ciudades más representativas del interior.
El gobierno llevará sus huestes a la tierra del máximo guerrillero argentino (Martín Miguel de Güemes) para lanzar una ironía llamada “Acuerdo del Bicentenario”.
El campo –si es que un nombre tan genérico puede englobar semejante suma de individualidades-, tratará de batir récords de asistencia en el Monumento que homenajea a la Bandera creada por Manuel Belgrano.
Ambos sectores están hoy más enfrascados en la organización de sus demostraciones de poder que en definir un modelo agropecuario a largo plazo.
Las patéticas escenas tuvieron su máxima expresión cuando los ruralistas quisieron dormir en el Ministerio de Economía, mientras Alberto Fernández ponía sonrisa falsa para presentar un power point con dibujitos que ni siquiera él entendía.
A decir de un periodista porteño: “Quieren ver quién la tiene más larga”. Y lo peor es que uno de los litigantes es mujer.
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El sino de la dirigencia argentina está marcado por aquellas primeras antinomias plasmadas por Moreno en el ideario de la Revolución de Mayo.
Para la Presidenta que forma siameses con su marido, pero también para la cuadricéfala representación terrarrendataria (mezcla de terratenientes y arrendatarios), “la moderación fuera de tiempo no es cordura, ni es una verdad; al contrario, es una debilidad”.
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Un foro agropecuario distribuyó en Internet un volante, bajo el título “Como en 1810, el pueblo quiere saber de qué se trata”, en el que pueden leerse los siguientes conceptos:
“El Campo inició un paro por la crisis nacional que se vive en el sector, pero esta crisis no es solamente del campo: es de toda la Sociedad”.
“La Constitución que nos rige desde 1.853 agotó su vigencia. Se ha anarquizado la Nación, la subversión terrorista está en el Gobierno, y volvemos a estar como en 1810: exigiendo un Gobierno Patrio”.
Horas más tarde, Eduardo Buzzi, presidente de la flamante Federación Sojera (que reemplaza a la vieja entidad que luchaba contra los terratenientes y por la reforma agraria) casi puchereaba cuando decía que el gobierno intentaba politizar un conflicto sectorial.
Luego aclaró que las rutas no se van a cortar porque de lo contrario ellos no podrían llegar hasta el acto de Rosario. O sea: lo que importa no es el derecho de los demás, sino llegar al acto propio.
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Bertrand Rusell definió al patriotismo como “la disposición de matar y dejarse matar por razones triviales”.
En nombre de la patria, la presidenta de dos cabezas dice defender los intereses nacionales, pero negocia con las transnacionales.
En nombre de la patria, los ruralistas ricos que tienen tristeza piden seguir ganando lo mismo que antes vendiendo la soja con patente de Monsanto a Estados Unidos, Europa y China.
En nombre de la patria, Cristina se calzará un poncho de Güemes para lanzar un acuerdo nacional mientras no puede ponerse de acuerdo ni con su espejo.
En nombre de la patria, estancieros y chacareros, cooperativistas y exportadores, cerealistas y tamberos, ganaderos y algodoneros, tomarán el sitio histórico en donde se izó por primera vez la bandera argentina.
Su creador, Manuel Belgrano, el verdadero héroe de la Revolución de Mayo y de la Independencia Argentina, murió en la más extrema de las pobrezas, a pesar de que su familia había sido una de las más acaudaladas del Río de La Plata.
Ojalá a muchos les pase lo mismo. Por el bien de la patria que tanto dicen querer.
Gabriel Stringhini
Comentarios
Y en nombre de la patria Kirchner sigue bancando patoteros que ganan decenas de miles de pesos por mes a costa nuestra.
seguimos rodeados de trogloditas que piensan nada más que en ellos. Por qué no cortaron las rutas cuando el innombrable riojano aniquiló a los verdaderos productores, muchos de los cuales se terminaron suicidando o muriendo de tristeza por las deudas en el banco????
No sería que esos mismos que hoy jorden a los demás y quieren medir fuerzas con el gobierno se beneficiaron de esa época porque se quedaron con esos campos?????
Una frase muy democrática propia de los terratenientes que apoyaron todos los golpes de la historia argentina.
Un abrazo, Gabriela.
me alegra mucho todas las opiniones del blog, esta bueno que volvamos a hablar de politica, es necesario, la historia lo necesita. Para que la construyamos, para ser parte y protegonistas.
Felicito a los editores por publicar este enfático llamado a la coherencia.
(Alejandro Rofman, economista, miembro de Fenix)