No quedamos “rengos” de desmanes (por Eduardo Campos)

Desde el mismo momento en que se conoció la venida de “ La Renga ” comenzaron a circular infernales pronósticos sobre lo que la turba de seguidores de la banda podría llegar a hacerle a nuestra querida ciudad.
Tan dramáticos eran esos comentarios que hasta nuestros delincuentes locales, asustados también por lo que se venía, optaron por guardarse y el sábado no salieron a trabajar.
Como lo que se pronosticaba no ocurrió y como los muchachos del delito no aparecieron, San Pedro vivió uno de los fines de semana más tranquilos que se recuerden. No solo no hubo estragos en la ciudad sino que casi treinta mil chicos dejaron un buen dinero en varias cajas registradoras sampedrinas. ¿Cuánto habrán gastado per cápita al margen de la entrada al recital y los pasajes, 30 pesos, 40, 50 quizás? Sin dudas quedó una suma interesante para varios.
Afortunadamente en San Pedro hay gente que piensa en todo. Ante el vacío dejado por los “chorros” locales, algunos comerciantes tomaron la posta y se lanzaron a una afiebrada carrera de remarque, llevando la cerveza y el fernet por las nubes. Pero a no alarmarse, ya volvieron a la normalidad, cual es poner los precios que corresponde y quejarse todo el día por la inseguridad en que vivimos.
La verdad es que la organización funcionó de maravillas y el municipio trabajó bien. Iba a destacar esto pero, como es de dominio público, estos tipos no tienen abuela y ya, en la mañana misma del domingo (y como es usual tras cada evento que organizan), salían por todas las radios a felicitarse entre ellos.
La cuestión es que nos habíamos preparado para lamentarnos por los desmanes y estos desgraciados seguidores de “ La Renga ” justo se vinieron a portar bien. Pero yo no me voy a quedar con las ganas.
Voy a hablar de desmanes y estragos que nos cuestan más dinero del previsto a los contribuyentes. Se trata de los que produce la urgencia política.
Prácticamente desde su inauguración son motivo de queja (y de mofa) las baldosas saltonas de la peatonal.
Días atrás conversé con los empleados que tienen a su cargo la continua colocación de las mismas, quienes me señalaron a los ciclomotores como los causantes de que éstas se despeguen.
Según ellos, la peatonal (como su nombre lo indica), no ha sido pensada para que los ciclomotores circulen por ahí, pero los dos bares sobre Mitre, la heladería sobre Pellegrini y la sucursal del correo, hacen que el paso de las motitos sea constante. Unos minutos bastan para observar que, efectivamente, se da esta situación.
Pero con posterioridad la charla con un vendedor de este tipo de baldosas me desasnó en cuanto a que las mismas poseen un anclaje que se afirma en la base del piso y que impide que se desprendan.
Por lo que pude observar ninguna de estas inquietas baldosas cuenta con tal anclaje y me huelo que la razón por la que no lo tienen es la urgencia con que fue inaugurada esta peatonal. Recuerden ustedes que esto originó la súbita partida de un funcionario, el arquitecto Chediak, que luego hizo declaraciones bastante hot a los medios y diez minutos después se llamó a un silencio que continúa hasta hoy.
¿Y por qué sospecho esto? Porque un mes y medio atrás fue dejada inoperable la poco agraciada oficina de informes ubicada frente al “Paseo de los Naranjos”. Un comunicado del municipio a los medios dio cuenta de esto señalando que, para reemplazarla, se volvía a habilitar la que está en Mitre y avenida 3 de Febrero. Pero lo que el comunicado nunca señaló fueron los motivos por lo que esto ocurría. ¿O hay deficiencias en su construcción o resultó poco funcional? Las dos cosas son graves porque, o se la construyó mal o se la planificó mal.
Está visto que la obra pública debe hacerse con los tiempos que se requieren. Acelerar las tareas por motivos electorales o por urgencias de algún funcionario genera estos riesgos.
Siempre hubo dudas en torno al costo final de esta obra. Pero lo que no se tiene en cuenta es que todavía no hemos llegado al final.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
La culpa también la tienen los dueños de los bares que hacen salir las motos de mensajería por la peatonal, en vez de dar la vuelta. Todos nos quejamos, pero todos nos hacemos los boludos cuando nos toca repartir responsabilidades.