El rol de las Fuerzas Armadas (por Eduardo Campos)

El miércoles por la mañana se efectuó el acto mediante el cual la armada nacional cedió en comodato a la municipalidad de San Pedro el ARA “General Irigoyen” para ser utilizado como buque-museo. Esto tuvo como escenario el edificio “Libertad” y contó con la presencia de la plana mayor del arma encabezada por el almirante Jorge Godoy.
Particularmente considero que en el acto hubo dos cosas tan importantes como la firma del convenio. Esta es una apreciación arbitraria y muy personal por lo que, con ese reparo, el lector debe tomar la misma.
La primera de ellas fue la presencia en el edificio “Libertad” del secretario de la producción, Norberto Atrip. A nadie escapa la historia personal del funcionario, su vinculación con una agrupación armada en los 70 y lo marcada que quedó su vida a partir de ahí. Frente a él una persona ocupando el cargo que, treinta años atrás, detentaba el siniestro Emilio Eduardo Massera.
Finalizado el acto vino un momento de distensión que sirvió para disfrutar de un café con masas preparado por los marinos. En ese momento Atrip cruzó los metros que lo separaban del almirante Godoy con quien iniciaría una prolongada charla en la que comenzó hablando de su historia, la pertenencia en los 70 a las F.A.P. y todo lo que vino después.
Al término de la misma le manifesté a Atrip la intriga que sentía y, por qué no, la satisfacción de observar a dos hombres que, tres décadas atrás, estaban en veredas opuestas, con todo lo que esto significaba. Me respondió que lo conversado había sido muy importante para él y convenimos en cualquier momento dialogar sobre ello.
Lo segundo a que quiero hacer referencia tiene que ver con algo que, como ciudadano interesado en el país, tenía mucho interés en aclarar.
Frecuentemente me ocurre que, al entrar en diálogo con una persona y sacar el tema relación fuerzas armadas y gobierno, ese alguien manifiesta algo así como “los milicos tiene las manos atadas porque los Kirchner son guerrilleros que las quieren destruir y, por eso, han puesto a Nilda Garré que es otra guerrillera, al frente del ministerio de defensa”.
Mientras micrófono en mano me acercaba al almirante Godoy me preguntaba cómo podía ir llevándolo al tema que concitaba mi interés. Iniciada la nota intenté dirigirlo de a poco a ese terreno y ver hasta donde podía llegar.
Para mi sorpresa el almirante Godoy no rehuia nada y terminamos la nota para el canal hablando del tema que me interesaba. Finalizada la misma, y viendo que todos se hallaban conversando entre sí, seguimos con hablando sobre el particular.
Más allá de las opiniones que puedan existir en torno a la relación entre fuerzas armadas y la ciudadanía y el corte que en la misma produjo el mal llamado “proceso de reorganización nacional” a nadie escapa que las FFAA son, en cualquier país, algo clave no solo en la defensa sino también en el desarrollo económico de una nación.
“Decir eso es una tontería” señaló Godoy con respecto a los comentarios de la inminente destrucción de las fuerzas armadas que querrían llevar adelante los Kirchner, agregando a continuación un detalle de las líneas de trabajo que ha bajado el ministerio de defensa y las posibilidades de reequipamiento por supuesto muy condicionadas por las condiciones económicas del país.
A través del diálogo con el militar me quedó claro que han cambiado los conceptos sobre la misión de las FFAA a partir de la caída del Muro de Berlín. Hoy el mundo es otro.
En Sudamérica existen algunas hipótesis de conflicto entre las naciones que lo componen. Por ejemplo, y a raíz de la decisión del gobierno colombiano de establecer bases norteamericanas en su territorio, Venezuela se ha lanzado a un rearme importante partiendo de la idea que esas bases forman parte del intento de controlar a la región. Como resultado de esto Brasil entró en una carrera armamentística también ya que ambas naciones son limítrofes.
Chile es otra nación en pleno rearme. El motivo es que, en los últimos años tanto Perú como Bolivia han acentuado los reclamos por los territorios tomados por Chile durante la guerra que mantuvieron y es en ese marco de las tres naciones están adquiriendo cantidades importantes de armamento.
En el caso de Argentina no existen hipótesis de conflicto que hagan imprescindible su rearme. Ni la dirigencia política ni la ciudadanía permitirían hoy algo como lo ocurrido con Gran Bretaña en 1982 dado que no es militarmente como las islas volverán a nosotros. Tampoco los militares tienen pensado volver a la tarea de derrocar gobiernos civiles. El único problema internacional que tiene nuestro país son los asambleístas que cortan los puentes con el Uruguay protestando por Botnia.
De ahí que nada serviría tener hoy una potente escuadra naval o nutridos escuadrones de F-18 o “Rafales” (inmensamente costosos por otra parte). Una nación con escasos recursos y sin guerras en el horizonte debe abocarse a formar FFAA profesionales sin masas de soldados pero conformadas en unidades móviles y rápidas para intervenir en las necesidades militares que tenga la nación.
Entrando en ese terreno hoy las FFAA deben servir para protección de los recursos naturales que el país posee y que cada vez van a ser más apetecidos por quienes los hayan agotado en sus territorios. Simultáneamente deben convertirse en generadoras de investigación en ciencia y tecnología.
Vayamos al caso particular de la Fuerza Aérea. Se la debe equipar con un centenar de cazas F-18, por ejemplo, que poseen un costo de 250 millones de dólares cada unidad, a lo que hay que sumar el mantenimiento, el personal, las bases etc. etc. o, en cambio, aplicar los fondos en la carrera espacial, la investigación, construcción y puesta en órbita de satélites (uno de los negocios más brillantes del mundo), el desarrollo y la construcción de radares y la fabricación de sus propios aviones, como alguna vez se hizo. Esta última opción haría que todo ese dinero invertido quedara en el país generando trabajo y dinamizando la economía.
Interesante es, en este sentido, la adquisición que se hecho de seis aeronaves de fabricación sueca de carga y pasajeros para la Fuerza Aérea. El objetivo es el de conectar toda la Patagonia, abandonada tras la privatización de Aerolíneas Argentinas, única línea junto a LADE que servía a miles de argentinos y que hoy están abandonados porque no le interesa a ninguna línea privada servirlos.
En cuanto a la armada señalaba el almirante Godoy que, desde hace ya varios años, el país se halla reconstruyendo astilleros cerrados en los 90. Para él ese es un tema clave. Cuando el mundo se globalizaba y el comercio pasaba a ser el principal negocio, Argentina desmantelaba su flota, remataba casi ciento cincuenta buques mercantes de ELMA y cerraba todos sus astilleros. Hoy son miles de millones de dólares los que, en fletes, se van del país. Reactivar astilleros y construir más aún es una tarea imprescindible y un punto clave en la recuperación del país.
Godoy hacía mención que, a partir del embargo británico de armas, a la armada le quedaron inoperables dos importantes buques de ese origen: los destructores “Hércules” y “Santísima Trinidad”. Por decisión del ministerio de defensa se desactivó el segundo de ellos y con él se puso nuevamente en operaciones al primero, transformándolo de destructor en un buque multipropósito, atento a eso de tener una nave de combate de intervención rápida.
Simultáneamente a la construcción de un gran número de buques graneleros para Venezuela se están construyendo cuatro rápidas y modernas naves para la armada, una de las cuales reemplazará al ARA “Irigoyen”. Esto último llevó ya a varios países vecinos a efectuar pedidos de naves similares.
Pero sin duda alguna que el tema más importante y en donde hay más dinero en juego es el de comenzar a recuperar la flota mercante argentina. Haberla destruido es una decisión que debería ser considerada equivalente a la de traición a la patria.
Y en esto alcanza también a la flota fluvial. A través de nuestro río Paraná podemos ver modernas chatas y barcazas paraguayas llevando y trayendo contenedores y, paralelamente, naves argentinas que tienen más de cuarenta años de antigüedad.
¿Tener una costosa flota de guerra adquirida en el extranjero o construir los propios barcos en el país?
¿Tener una nutrida fuerza aérea con aviones comprados afuera o fabricar aquí los aviones del tipo que el país necesita?
(Hoy Embraer entró en el mercado mundial con una aeronave de pasajeros que, en los 90 desarrollaba junto a nuestro país y que Menem desactivó para darle la fábrica de aviones de Córdoba a la Lockheed).
¿Retomar una carrera aeroespacial para poner en órbita satélites o pagar para que los hagan y lancen afuera?
(El tan famoso proyecto “Cóndor” liquidado también por el presidente Menem iba a servir, en realidad, no como arma sino como vector para poner satélites en órbita, pero la presión de los países dueños de ese negocio pudo más).
En resumen no existen pruebas que indiquen que el gobierno desea terminar con las fuerzas armadas. Lo que si hay es una decisión tomada en torno un proyecto de desarrollo nacional y la inserción de las fuerzas armadas en el mismo.
Los antecedentes indican que no pasó nada bueno cada vez que el país emprendió algo así. Siempre surgieron los que señalaban que era lo mismo hacer acero que caramelos y nada indica que no vayan a aparecer de nuevo. Está en todos nosotros no permitir que esto cambie cuando cambian los gobiernos, debemos aprender de nuestro vecino Brasil donde las administraciones y los partidos se rotan en el poder sin tocar los proyectos de desarrollo que, en definitiva son los que han puesto a esa nación entre las más importantes del mundo. Produciendo solo materia prima no tendremos ningún futuro.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Te Felicito Eduardo, me parece que es una nota brillante, que debería tomar estado público a nivel nacional.
Que un militar de ese rango nos cuente y piense de la forma que lo hizo Godoy en tu nota, me confirma que el país está en el camino correcto, que los grupos golpistas no estan en las fuerzas armadas sino en la Sociedad Rural (como lo estuvieron toda la vida), creo que el gran problema de este país no esta en los gobiernos solamente, sino en la misma sociedad que sigue permitiendo que incapaces ocupen funciones públicas y en algunos colegas tuyos que trabajan de sacarle el ánimo a la gente.
Si los grandes medios fueran capaz por un pequeño lapso de tiempo ocuparse de difundir solo las buenas noticias (que hay muchas)comprobaríamos que se puede vivir mejor y que no estamos tan mal.
Creo que el espíritu de tu nota apunta a eso, a que si vimos a un Godoy charlando con un Atrip... significa que la cosa no está tan mal.

Jorge.