SOTA: f. Décima carta de cada palo de la baraja española, que tiene estampada la figura de un paje o infante.
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El Manual del Gobernante Bonaerense indica en su página 3 (la destinada a explicar cómo permanecer en el poder muchos años aunque tengas menos carisma que De la Rúa) que ante cualquier eventualidad que pueda resultar en crítica la mejor solución es hacerse el sota.
Hay quienes perfeccionaron el método y, efectivamente, se parecen cada vez más al sota que intentan interpretar.
Prestando atención, uno advertirá que nuestros gobernantes, si es necesario, llegarán a ponerse el simpático gorrito emplumado para tomar el basto golpeador en sus manos, o vestirán con el faldón corto a la hora de hacerse con la moneda de oro. Ni que hablar de la fenomenal actuación cuando blanden la espada contra sus enemigos, al tiempo que ajustan su cinturón medieval. O la forma en que adoptan el papel de paje… al tomar una copa por sus victorias.
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Hace seis años, en marzo del 2002, cuando Enrique Sierra presentó su primera denuncia pública sobre lo que estaba ocurriendo en las islas frente a las costas de San Pedro y Baradero, el presidente de la Nación era Eduardo Duhalde, en medio del incendio post De la Rúa.. El gobierno de la provincia de Buenos Aires había quedado a cargo de Felipe Solá, tras la huida de Carlos Ruckauf a Italia luego del fracaso de su plan de mano dura. El Intendente de San Pedro era el mismo de hoy, Mario Barbieri.
Si bien los registros de incendios para desmalezar las islas datan del siglo XIX, nunca como en los últimos seis años habían tenido la incidencia económica que hoy presentan. Es que quienes hoy provocan los incendios intencionales no son los isleños que quieren evitar la propagación de alimañas en los alrededores de sus precarias viviendas. Por el contrario, son los principales perjudicados ante el avance indiscriminado de la soja.
Aunque no existen demasiadas precisiones sobre la forma en que lo consiguieron, lo cierto es que empresarios de todo el país que posaron sus ojos en los recursos naturales que el Delta del Paraná puede proveer lograron posesiones por tiempo indeterminado para hacer lo que les plazca. Y eso incluye las islas frente a San Pedro y Baradero.
Ante la falta de reacción o la complicidad de los gobiernos municipales de San Pedro, Baradero, Ramallo, San Nicolás, Campana y Zárate, los habitantes de la costa del Paraná presenciamos cada vez con mayor frecuencia los espectaculares incendios que se sucedían ante nuestros ojos. Todo, claro, sin que nadie con poder de decisión preguntara a quien correspondía qué era lo que estaba sucediendo.
Mientras tanto, los apellidos ilustres se sumaban a la lista de denuncias de los vecinos acerca de la titularidad de las islas que se estaban terraplenando, bien adentro del territorio bonaerense.
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Los Intendentes de la zona norte de la provincia de Buenos Aires, incluyendo al (por noveno año consecutivo) mandatario sampedrino Mario Barbieri, llevaron al extremo su vocación de sota ante el múltiple accidente que le costó la vida a cuatro personas y los incendios en las islas que ahora todos parecen descubrir.
Mientras en el lugar de la tragedia los bomberos y la policía trabajaban para sacar los cuerpos carbonizados atrapados entre los hierros retorcidos, los sotas gobernantes hacían lo imposible para esconderse en el humo.
El gobernador Daniel Scioli, cuyo hermano es tan afecto a San Pedro (aún desconocemos el motivo) y quien recibiera un enorme favor electoral de parte del barbierismo hace apenas seis meses, envió al Ministro de Salud para ver a los enfermos y a un hombre de tercera línea del Ministerio de Seguridad a poner la cara. Extraño en él, que tanto ama las cámaras cuando puede mostrarse al lado de Mirtha Legrand o inaugurar un Homecenter en el Gran Buenos Aires.
Está claro: Scioli sirve para hacerse el sota, asistir a fiestas… y no mucho más. Tendrán que hacerse cargo de eso quienes impulsaron su gobernación, incluyendo a Carlos Rotundo y Mario Barbieri. Uno quedó afuera de su gobierno. El otro también se hace el sota y le reclama por los medios más coparticipación al mismo gobernador al que acompañó en las boletas de octubre. Ahora parece arrepentido de ser radical K y pide explicaciones al fantasmagórico vicepresidente Julio Cobos.
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Con motivo del desbaratamiento de un cargamento de cigarrillos que bajaba desde Paraguay –nunca se supo en qué terminó la causa, ni quienes dieron el visto bueno para que ese contrabando ingresara a San Pedro- publicamos en “El Diario de San Pedro” una columna que se tituló “Humo sobre el agua”, por la que quien escribe fue citado en su momento para testimoniar ante autoridades de Prefectura que investigaban lo ocurrido.
Ya en aquel entonces (2004) nos preguntábamos si no era necesario algún aval político para realizar semejante desastre ambiental a la vista de todos, sin temer algún tipo de sanción legal.
En mi caso, las dudas quedaron despejadas hace pocos meses, con motivo de la polémica por el proyecto de privados para la construcción de un embarcadero en la zona de Canaletas. La resistencia pacífica de los vecinos estaba destinada a mantener la tranquilidad del barrio. Pero antes de que el tema verdaderamente importante quedara en el centro de la escena, el Municipio y la empresa dieron un golpe de timón y trasladaron el desembarco de soja y vacas dos mil metros.
El Concejo Deliberante tiene ahora en sus manos la aprobación de un proyecto para otorgar un predio municipal por quince (con opción a treinta) años a una empresa privada que, como decenas de otras similares, tiene sembradíos en las islas.
La pregunta es: ¿cómo logró ese empresario que un terreno agreste, con vegetación salvaje, quede preparado para la siembra de soja? Con cantidades bestiales de herbicida, o con incendios intencionales, podría decirse a priori. Aunque –obvio- ninguna sota lo vio con sus propios ojos, y por eso la inversión privada seguirá adelante.
Caso similar es el de Baradero, un Municipio que, a diferencia de San Pedro, cuenta con una Dirección de Gestión Ambiental. En los hechos, sin embargo, no ha servido de mucho: un poderoso empresario con apellido de Ministro de Salud se hizo con nada menos que 3 mil hectáreas en las islas, sembró soja y crió vacas. Hoy lo están investigando en la Justicia, pero antes contó con la distracción de los baraderenses y lo sampedrinos hasta el punto de realizar una obra hidráulica para desviar el curso del riacho Baradero para regar su propiedad. Todo, claro, sin que nadie lo autorizara, explican los inocentes concejales de la vecina ciudad.
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La isla se sigue quemando.
Ahora, después de una década, Kike Sierra dejó de ser “el tipo ese de los pajaritos” al que en algunos medios no atendían directamente porque “hinchaba las bolas llamando para hablar de la biodiversidad” y esas cosas tan complicadas para el sampedrino medio, que decide las elecciones.
En una próxima columna nos ocuparemos de casos similares, de gente que viene advirtiendo lo que va a pasar, sin que nadie los escuche.
Mientras tanto, espero que las miles de sotas locales utilicen el basto para perder su castidad.
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El Manual del Gobernante Bonaerense indica en su página 3 (la destinada a explicar cómo permanecer en el poder muchos años aunque tengas menos carisma que De la Rúa) que ante cualquier eventualidad que pueda resultar en crítica la mejor solución es hacerse el sota.
Hay quienes perfeccionaron el método y, efectivamente, se parecen cada vez más al sota que intentan interpretar.
Prestando atención, uno advertirá que nuestros gobernantes, si es necesario, llegarán a ponerse el simpático gorrito emplumado para tomar el basto golpeador en sus manos, o vestirán con el faldón corto a la hora de hacerse con la moneda de oro. Ni que hablar de la fenomenal actuación cuando blanden la espada contra sus enemigos, al tiempo que ajustan su cinturón medieval. O la forma en que adoptan el papel de paje… al tomar una copa por sus victorias.
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Hace seis años, en marzo del 2002, cuando Enrique Sierra presentó su primera denuncia pública sobre lo que estaba ocurriendo en las islas frente a las costas de San Pedro y Baradero, el presidente de la Nación era Eduardo Duhalde, en medio del incendio post De la Rúa.. El gobierno de la provincia de Buenos Aires había quedado a cargo de Felipe Solá, tras la huida de Carlos Ruckauf a Italia luego del fracaso de su plan de mano dura. El Intendente de San Pedro era el mismo de hoy, Mario Barbieri.
Si bien los registros de incendios para desmalezar las islas datan del siglo XIX, nunca como en los últimos seis años habían tenido la incidencia económica que hoy presentan. Es que quienes hoy provocan los incendios intencionales no son los isleños que quieren evitar la propagación de alimañas en los alrededores de sus precarias viviendas. Por el contrario, son los principales perjudicados ante el avance indiscriminado de la soja.
Aunque no existen demasiadas precisiones sobre la forma en que lo consiguieron, lo cierto es que empresarios de todo el país que posaron sus ojos en los recursos naturales que el Delta del Paraná puede proveer lograron posesiones por tiempo indeterminado para hacer lo que les plazca. Y eso incluye las islas frente a San Pedro y Baradero.
Ante la falta de reacción o la complicidad de los gobiernos municipales de San Pedro, Baradero, Ramallo, San Nicolás, Campana y Zárate, los habitantes de la costa del Paraná presenciamos cada vez con mayor frecuencia los espectaculares incendios que se sucedían ante nuestros ojos. Todo, claro, sin que nadie con poder de decisión preguntara a quien correspondía qué era lo que estaba sucediendo.
Mientras tanto, los apellidos ilustres se sumaban a la lista de denuncias de los vecinos acerca de la titularidad de las islas que se estaban terraplenando, bien adentro del territorio bonaerense.
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Los Intendentes de la zona norte de la provincia de Buenos Aires, incluyendo al (por noveno año consecutivo) mandatario sampedrino Mario Barbieri, llevaron al extremo su vocación de sota ante el múltiple accidente que le costó la vida a cuatro personas y los incendios en las islas que ahora todos parecen descubrir.
Mientras en el lugar de la tragedia los bomberos y la policía trabajaban para sacar los cuerpos carbonizados atrapados entre los hierros retorcidos, los sotas gobernantes hacían lo imposible para esconderse en el humo.
El gobernador Daniel Scioli, cuyo hermano es tan afecto a San Pedro (aún desconocemos el motivo) y quien recibiera un enorme favor electoral de parte del barbierismo hace apenas seis meses, envió al Ministro de Salud para ver a los enfermos y a un hombre de tercera línea del Ministerio de Seguridad a poner la cara. Extraño en él, que tanto ama las cámaras cuando puede mostrarse al lado de Mirtha Legrand o inaugurar un Homecenter en el Gran Buenos Aires.
Está claro: Scioli sirve para hacerse el sota, asistir a fiestas… y no mucho más. Tendrán que hacerse cargo de eso quienes impulsaron su gobernación, incluyendo a Carlos Rotundo y Mario Barbieri. Uno quedó afuera de su gobierno. El otro también se hace el sota y le reclama por los medios más coparticipación al mismo gobernador al que acompañó en las boletas de octubre. Ahora parece arrepentido de ser radical K y pide explicaciones al fantasmagórico vicepresidente Julio Cobos.
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Con motivo del desbaratamiento de un cargamento de cigarrillos que bajaba desde Paraguay –nunca se supo en qué terminó la causa, ni quienes dieron el visto bueno para que ese contrabando ingresara a San Pedro- publicamos en “El Diario de San Pedro” una columna que se tituló “Humo sobre el agua”, por la que quien escribe fue citado en su momento para testimoniar ante autoridades de Prefectura que investigaban lo ocurrido.
Ya en aquel entonces (2004) nos preguntábamos si no era necesario algún aval político para realizar semejante desastre ambiental a la vista de todos, sin temer algún tipo de sanción legal.
En mi caso, las dudas quedaron despejadas hace pocos meses, con motivo de la polémica por el proyecto de privados para la construcción de un embarcadero en la zona de Canaletas. La resistencia pacífica de los vecinos estaba destinada a mantener la tranquilidad del barrio. Pero antes de que el tema verdaderamente importante quedara en el centro de la escena, el Municipio y la empresa dieron un golpe de timón y trasladaron el desembarco de soja y vacas dos mil metros.
El Concejo Deliberante tiene ahora en sus manos la aprobación de un proyecto para otorgar un predio municipal por quince (con opción a treinta) años a una empresa privada que, como decenas de otras similares, tiene sembradíos en las islas.
La pregunta es: ¿cómo logró ese empresario que un terreno agreste, con vegetación salvaje, quede preparado para la siembra de soja? Con cantidades bestiales de herbicida, o con incendios intencionales, podría decirse a priori. Aunque –obvio- ninguna sota lo vio con sus propios ojos, y por eso la inversión privada seguirá adelante.
Caso similar es el de Baradero, un Municipio que, a diferencia de San Pedro, cuenta con una Dirección de Gestión Ambiental. En los hechos, sin embargo, no ha servido de mucho: un poderoso empresario con apellido de Ministro de Salud se hizo con nada menos que 3 mil hectáreas en las islas, sembró soja y crió vacas. Hoy lo están investigando en la Justicia, pero antes contó con la distracción de los baraderenses y lo sampedrinos hasta el punto de realizar una obra hidráulica para desviar el curso del riacho Baradero para regar su propiedad. Todo, claro, sin que nadie lo autorizara, explican los inocentes concejales de la vecina ciudad.
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La isla se sigue quemando.
Ahora, después de una década, Kike Sierra dejó de ser “el tipo ese de los pajaritos” al que en algunos medios no atendían directamente porque “hinchaba las bolas llamando para hablar de la biodiversidad” y esas cosas tan complicadas para el sampedrino medio, que decide las elecciones.
En una próxima columna nos ocuparemos de casos similares, de gente que viene advirtiendo lo que va a pasar, sin que nadie los escuche.
Mientras tanto, espero que las miles de sotas locales utilicen el basto para perder su castidad.
Gabriel Stringhini
Comentarios
La explicacion te la tendria que dar la direccion de catastro municipal de san pedro. Ya que ellos supuestamente poseen en MAPAS CASTRALES los titulares, dueños, de la fracciones de islas. Si ellos lo desconocen por falta de actualizacion, la respuesta esta en la direccion de castro provincial. Si conseguis una respuesta sos un genio, de algunos de estos organismos sos un genio.
Desde diciembre del año anterior se viene terraplenando ese sector y tambien se quema a la vista de todos.
aDEMAS EL TERRAPLEN SE EXTIENDE A LO LARGO DE LA SECCION ISLAS DE sAN PEDRO DESDE AHI (KM 273 RIO PARANA HASTA EL KM 258) VA PARALELO A LA COSTA.
OBVIO NADIE LO VIO
Kike Sierra